Cultivo

El proceso de cultivo del tabaco cubano es complejo y lento: deben pasar un mínimo de 12 meses, un año completo, hasta que la hoja esté lista para elaborar un cigarro. Es lo que se conoce como el año veguero.

Cada etapa requiere su tiempo y la dedicación experta de los agricultores. Cuidando cada detalle, sin prisas.

Este es el recorrido que pasa cada una de esas hojas, desde la preparación del suelo hasta el embalaje final.

Para lograr la máxima calidad en el tabaco cubano es necesario comenzar asegurando los elementos nutritivos de la tierra, conservar la humedad del suelo y plantar en terrenos llanos. El suelo y el clima de Cuba son los factores que distinguen el tabaco cubano como el mejor del mundo. La preparación de la tierra se realiza en el periodo de lluvias, entre los meses de junio y septiembre.

El período que media entre la siembra de la semilla y culminación de la cosecha es de unas 17 semanas para el tabaco tapado (capa) y 16 para el tabaco a pleno sol (capote y tripa). Comienza en septiembre con la plantación en el semillero. Solo una semana después se produce la germinación y, tras doce días, el control de plagas.

A finales de octubre las plántulas están listas para ser trasplantadas desde el semillero hasta la vega. Durante 40 días la planta madura y cuando alcanza la altura deseada se le extirpa la yema superior para concentrar la fuerza en el desarrollo de hojas más grandes. Es lo que se conoce como el desbotone. En ese momento puede comenzar la recolección, una tarea exigente, ya que cada hoja deberá cosecharse a mano.

En total, cuatro meses durante los que se desarrollan las hojas que servirán para elaborar el mejor tabaco del mundo.

Alrededor de 40 días después del trasplante puede comenzar la recolección. Hay que tener en cuenta que se trata de una tarea que se realiza a mano, que solo se pueden tomar dos o tres hojas a la vez y solamente de la misma parte de la planta, y que deberán transcurrir unos días entre la recolección de cada parte. Si echamos cuentas, el resultado es que para cosechar una sola planta de tabaco en su totalidad se requieren unos 30 días.

Ya desde la recolección se tiene en cuenta la clasificación de las hojas para respetar la ligada de cada marca. Después, las hojas se llevan a las casas del tabaco para comenzar con su secado natural.

Las hojas recién cosechadas se llevan a las tradicionales casas de tabaco, donde se secan al aire durante unos 50 días para eliminar su humedad. Durante esos cerca de dos meses el tabaco depende por completo de los efectos del clima y es necesario ajustar constantemente la ventilación y la luz para compensar las variaciones naturales de temperatura y humedad.

Y cuando hablamos de cómo secar hojas de tabaco tenemos que mencionar uno de los procesos más característicos de esta fase: el ensarte. En este paso las hojas se unen mediante un hilo, en pares, y se cuelgan unas junto a otras en cujes que descansan sobre barrederas. La imagen resultante es muy reconocible, con esa mezcla de tonalidades de las hojas. A lo largo de ese lento período de curación, el verde inicial de la planta del tabaco se va transformando en un color marrón cobrizo, debido a la oxidación.

Una vez curadas, las hojas se atan en mazos que se conocen como gavillas y se llevan a las casas de acopio y beneficio para su fermentación. La fermentación es un proceso 100% natural que sirve para expulsar el amoníaco y el cloro de las hojas de tabaco y transformar sus azúcares. Resulta esencial para obtener hojas de la calidad exigida a los cigarros cubanos. Durante la fermentación la hoja elimina las impurezas, se reducen la acidez, el alquitrán y la nicotina, se suaviza el sabor de la tripa y se empareja el color de la capa. Las hojas que crecieron en la parte más alta de la planta necesitan de un período más prolongado de fermentación porque son más gruesas y ricas en aceites. El tiempo que la hoja se deje fermentar determinará su complejidad de sabor y su fortaleza.

Posterior a la fermentación, las hojas se escogen en función del uso que se les dará en el proceso de confección según tres criterios: tamaño, color, grado de calidad y textura. Las hojas de capa reciben una esmerada atención. Las hojas para tripa y capote se escogen y se agrupan en tres tamaños y tres categorías esenciales que después se combinan en la ligada: ligero, seco y volado.

La tripa y el capote, ya clasificados, pasan al despalillo (en cambio, la capa se despalilla posteriormente en fábrica). En primer lugar, se humedecen para permitir a la trabajadora la tarea. En segundo lugar, la despalilladora desgarra la porción de la vena central que corresponda en cada tipo de hoja, vuelve a agruparla por tamaño y características y finalmente la plancha entre tableros.

Llega el momento de empaquetar las hojas y trasladarlas al almacén, donde se someterán al paciente proceso final de añejamiento. Las hojas de tripa y de capote se embalan en envases llamados pacas, mientras que las hojas de capa se empaquetan en los denominados tercios, hechos con yagua (la corteza de la Palma Real). El proceso de añejamiento permite alcanzar un equilibrio ideal en los aromas y sabores del tabaco.

Elaboración

Conoce el proceso de elaboración 100% natural.