El tabaco ha sido utilizado en el cine no solo como un simple objeto de atrezo, sino como un elemento cargado de simbolismo. Durante la época dorada de Hollywood, fumar era un gesto que denotaba sofisticación, poder y sensualidad. Recorremos, con un mini cubano en mano, algunos momentos icónicos donde el tabaco es protagonista en la gran pantalla. Luces, cámara… ¡Y humos!
Un tabaco en la mano de un personaje de una película puede transmitir desde elegancia y glamour hasta poder y éxito. O incluso conseguir que la escena se llene de misterio e intriga. Por ejemplo, en las películas de cine negro de los años 40 y 50 era común ver a los detectives privados envueltos en una nube de humo. Uno de los mayores ejemplos es Humphrey Bogart, icono noir hollywoodiense que aún hoy es recordado no solo por su voz grave y su mirada intensa, sino también por el cigarro que parecía ser una extensión de su propio ser en películas como Casablanca y El Halcón Maltés, y que solía maridar con una copa de whisky.
Recordamos también la mítica Desayuno con diamantes, donde una elegante Audrey Hepburn -también fumadora fuera de la gran pantalla- sostiene un largo cigarrillo durante buena parte de la película. Este gesto la convirtió en un símbolo de sofisticación que ha perdurado en el tiempo.
Imposible olvidar al joven Clint Eastwood en la conocida cinta de Sergio Leone El bueno, el feo y el malo sosteniendo un cigarro encendido, mientras mantenía la mirada fija ante su adversario. Según cuenta la leyenda cinematográfica, el director comentó a un amigo que iba a rodar con un actor norteamericano hierático e inexpresivo con cara de plomo, y este le recomendó que le pusiera un puro en la boca para aportarle expresividad. Aquello se acabó convirtiendo en toda una seña de identidad, que en la realidad a Eastwood le costaba aceptar, ya que no fumaba en la vida real.
Stanley Kubrick, por su parte, introdujo el tabaco en El Resplandor como elemento dominante para ayudar a que el personaje interpretado por Jack Nicholson transmitiera tensión, inquietud y misterio. Lo consiguió. Durante gran parte de su vida el actor ha disfrutado del tabaco, tanto cigarrillos como puros, también fuera del plató, y ha confesado que le cuesta concentrarse si no puede hacerlo: “Está prohibido fumar en los platós de los estudios. Pero yo no puedo trabajar si no fumo”.
Algo parecido a Kubrick hizo Francis Ford Coppola en la famosísima El Padrino, usando el cigarro como herramienta para expresar emoción y un estado de ánimo concreto sin necesidad de articular palabra. Marlon Brando, en la piel de Vito Corleone, nos recuerda cómo sostener un cigarro y mirar fijamente puede transmitir poder y control total de la situación.
El tabaco ha sido desde símbolo de status hasta una herramienta narrativa en la industria cinematográfica, donde su presencia ha dejado secuencias inolvidables.